La vida, muerte, resurrección y salvación de los niños.


ENSEÑANZAS DEL PROFETA JOSE SMITH
Fideicomisario —D.H.C. 4:517. (Febrero 21 de 1842.)



LA VIDA Y LA MUERTE, Y LA RESURRECCIÓN Y SALVACIÓN DE LOS NIÑOS

El presidente Smith leyó el capítulo 14 del Apocalipsis y dijo: De nuevo hemos oído entre nosotros la voz de amonestación, que nos indica la incertidumbre de la vida humana; y en mis momentos desocupados y meditando el asunto, he preguntado: ¿Por qué será que nos son arrebatados los pequeñuelos, los niños inocentes, especialmente éstos que parecen ser los más inteligentes e interesantes?

Las razones que con más fuerza llegan a mis pensamientos son las siguientes: Este mundo es un mundo muy perverso, y según el proverbio, el "mundo se está tornando más débil y más sabio"; si tal es el caso, el mundo se está volviendo más perverso y corrupto. En las primeras edades del mundo el hombre justo, el hombre de Dios dotado de inteligencia, tenía mejor oportunidad de hacer lo bueno, de ser creído y recibido que en la actualidad; mas en estos días la mayor parte de los habitantes de la tierra se oponen y persiguen mucho a esta clase de hombres, y tienen que sufrir numerosas aflicciones aquí.

El Señor se lleva a muchos, aun en su infancia, a fin de que puedan verse libres de la envidia de los hombres, y de las angustias y maldades de este mundo.

Son demasiado puros, demasiado bellos para vivir sobre la tierra; por consiguiente, si se considera como es debido, veremos que tenemos razón para regocijarnos, en lugar de llorar, porque son librados del mal y dentro de poco los tendremos otra vez.

La misión que se hace por voluntad y amor

Lea lo que dijo una hermana sobre su misión:

"Es el llamamiento más divertido, agotador, apasionante, aterrador, emocionante e irresistible que he tenido. En éste, y más que en ningún otro llamamiento, siento que a lo largo de toda mi vida en la Iglesia me he estado preparando para hacer lo que estoy haciendo, algo por lo que me siento muy agradecida".

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¿Qué es el mundo de los espíritus... Dónde está?...


¿Qué es el mundo de los espíritus?
El élder Bruce R. McConkie, en ese entonces miembro de los Setenta, explicó: “Por mundo de los espíritus se entiende la morada de los espíritus sin cuerpo….. [donde ellos] esperan el día de su resurrección, la redención final y el juicio. Ese mundo está dividido en dos partes: el paraíso, que es la morada de los justos, y el infierno, que es la morada de los inicuos” (Mormon Doctrine, págs. 761–762).


¿Se arrepienten todos los seres cuando van al mundo de los espíritus y se dan cuenta de que hay una vida después de la muerte?
El élder Bruce R. McConkie escribió: “La vida, el trabajo y toda actividad prosiguen en el mundo de los espíritus. Los hombres tienen los mismos talentos y la misma inteligencia que tenían en esta vida; poseen las mismas actitudes e inclinaciones y sentimientos que tenían en la vida terrenal; creen en las mismas cosas en lo que a las verdades eternas concierne” (Mormon Doctrine, pág. 762). El élder Melvin J. Ballard declaró: “No nos imaginemos, ninguno de nosotros, que podemos descender a la sepultura sin haber vencido las corrupciones de la carne, y entonces dejar en la tumba todos nuestros pecados y tendencias inicuas. Permanecerán con nosotros. Acompañarán al espíritu cuando éste se separe del cuerpo. “…Es mucho más fácil [superarnos] y servir al Señor cuando los dos, la carne así como el espíritu, están integrados en uno. Es la época en que los hombres son más maleables y susceptibles” (Three Degrees of Glory, 1926, pág. 14; citado en El Milagro del Perdón, 1969, págs. 10–11). Véase Alma 34:32–34; 41:3–5, 10.

¿Cómo es la “prisión espiritual”?
El élder Bruce R. McConkie declaró: “La prisión espiritual es el infierno, o sea, aquella parte del mundo de los espíritus donde moran los inicuos. (Moisés 7:37–39.)… “Ahora que los espíritus de los justos en el paraíso han sido comisionados para llevar el mensaje de salvación a los espíritus de los inicuos en el infierno, hay cierto grado de asociación entre los espíritus buenos y malos. El arrepentimiento abre las puertas de la prisión para los espíritus que están en el infierno, y hace posible que aquellos que estén atados con las cadenas del infierno se liberen de la oscuridad, la incredulidad, la ignorancia y el pecado. Tan rápidamente como puedan superar esos obstáculos y ganar… ganar luz, creer en la verdad, adquirir inteligencia, desechar el pecado y romper las cadenas del infierno, podrán salir del infierno que los tiene presos y morar con los justos en la paz del paraíso” (Mormon Doctrine, pág. 755). Véase Alma 40:13–14; Doctrina y Convenios 76:103–106; 138:57–59. Todos moriremos y todos resucitaremos. El élder Russell M. Nelson dijo: “Las Escrituras enseñan que la muerte es esencial para la felicidad… “Nuestra perspectiva limitada se extendería si pudiéramos ver la reunión del otro lado del velo cuando las puertas de la muerte se abren para los que regresan al hogar” (“Las puertas de la muerte”, Liahona, julio de 1992, pág. 81).

¿Dónde está el mundo de los espíritus?
El presidente Brigham Young enseñó: “¿Se encuentra aquí el mundo de los espíritus? No queda más allá del sol, sino que está aquí en esta tierra que fue organizada para las personas que han vivido y que ahora viven y que en el futuro vivirán sobre ella” (Discourses of Brigham Young, pág. 376).


¿Cómo es el “paraíso”?
El presidente Brigham Young explicó: “Aquí [como mortales] nos encontramos continuamente preocupados con enfermedades y malestares de diversas clases. En el mundo de los espíritus estaremos libres de todo esto y disfrutaremos de la vida, la gloria y la inteligencia; y tendremos al Padre que nos hablará, y a Jesús que nos hablará, y a los ángeles que nos hablarán, y nos deleitaremos en asociarnos con los justos y los puros de corazón que se encuentran en el mundo de los espíritus hasta la resurrección” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 296). El presidente Young también dijo: “Cuando los fieles élderes que poseen este sacerdocio entran en el mundo de los espíritus, llevan consigo el mismo poder y sacerdocio que poseían cuando existían en su tabernáculo mortal” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 136). El profeta José Smith dijo: “Cuando los hombres están preparados, se encuentran en mejor posición para ir allá… Los espíritus de los justos son exaltados a una obra mayor y más gloriosa; por consiguiente, son bendecidos en su partida para el mundo de los espíritus. Envueltos en llamas de fuego, no se hallan lejos de nosotros” (History of the Church, tomo VI, pág. 52). Véase Alma 40:12.

¿Qué apariencia tienen los que están en el mundo de los espíritus?
El élder Mark E. Petersen, en ese entonces miembro del Quórum de los Doce, dijo: “El espíritu es la verdadera persona. Nuestro espíritu se parece a nuestro cuerpo, o más bien, el cuerpo fue hecho a la medida para ajustarse a nuestro espíritu. El espíritu lleva la imagen y la semejanza de Dios, y el cuerpo, si es normal, tiene la imagen y la semejanza del espíritu” (The Way of the Master, 1974, pág. 124). El presidente Joseph Fielding Smith, en ese entonces presidente del Quórum de los Doce, enseñó que cuando un bebé muere, “el espíritu asume su forma natural como adulto porque todos éramos adultos antes de nacer. “Cuando un niño se levante en la resurrección, su espíritu entrará en el cuerpo y éste será del mismo tamaño que tenía cuando el niño murió. Entonces crecerá después de la resurrección hasta la madurez completa para amoldarse al tamaño del espíritu” (Doctrina de Salvación, tomo II, pág. 53).

¿En el mundo de los espíritus se sabe lo que están haciendo los mortales en la tierra?
El profeta José Smith enseñó: “Los espíritus de los justos… no se hallan lejos de nosotros, y… conocen y entienden nuestros pensamientos, sentimientos y movimientos” (History of the Church, tomo VI, pág. 52).

¿Están juntos los justos y los inicuos en el mundo de los espíritus?
El profeta José Smith enseñó: “Los justos y los inicuos van todos al mismo mundo de los espíritus hasta el tiempo de su resurrección” (History of the Church, tomo V, pág. 425). El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “Los justos —y esto significa aquellos que han sido bautizados y que han sido fieles— son recogidos en una parte y todos los demás en otra parte del mundo de los espíritus… “Entiendo que los justos ahora sí pueden ir entre los otros espíritus, y allí enseñarles el Evangelio, mas tales espíritus, a quienes se impide asociarse con los justos, no pueden ir al lugar donde éstos moran” (Doctrina de Salvación, tomo II, pág. 217). Véase Alma 40:12–14; Doctrina y Convenios 138:29–31.

El Evangelio brinda consuelo
El élder Boyd K. Packer enseñó: “En el momento de la muerte nos encontramos cerca, muy cerca, del mundo de los espíritus. Surgen sentimientos especiales que en realidad son comunicaciones espirituales… “En esos momentos de dolor y despedida se puede sentir esa ‘paz… que sobrepasa todo entendimiento’ y que las Escrituras prometen (Filipenses 4:7). Ésta es una experiencia muy íntima. Muchas personas se maravillan de que esa paz, incluso esa exaltación espiritual, se produzca en un momento de tanto dolor e incertidumbre” (“Los funerales en la Iglesia”, Liahona, enero de 1989, pág. 22).

El élder Russell M. Nelson dijo: “Recuerdo claramente una experiencia mientras volaba en un pequeño avión bimotor. De repente, uno de los motores explotó y se incendió y la hélice se detuvo por completo. Al caer en barrena hacia tierra, estaba seguro de que iba a morir. Algunos de los pasajeros gritaban aterrorizados. Milagrosamente, la vertiginosa caída extinguió las llamas, lo cual hizo funcionar el otro motor, con lo que el piloto pudo estabilizar el aparato y finalmente llegamos a tierra sanos y salvos. “Durante todo ese contratiempo, a pesar de ‘saber’ que se avecinaba la muerte, mi idea principal era que no temía morir. Recuerdo la sensación de que volvería al hogar, a conocer a los antepasados por los que había hecho la obra en el templo; recuerdo la profunda gratitud que sentí al pensar que mi amada esposa y yo nos sellamos eternamente el uno al otro así como a nuestros hijos, que nacieron y se criaron en el convenio; me di cuenta de que mi matrimonio en el templo  era mi logro más importante. Los honores de los hombres no podían ni siquiera acercarse a la paz interior que me brindaban los sellamientos efectuados en la Casa del Señor” (véase “Las puertas de la muerte”, Liahona, julio de 1992, pág. 82).

Dejar de referirnos a los que han fallecido, como "muertos"


Presidente Gordon B. Hinckley
15to Presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días

El presidente Gordon B. Hinckley, en ese entonces consejero de la Primera Presidencia, dijo: “Esta obra, que se lleva a cabo con abnegación por los que están en el más allá, se acerca más que cualquier otra a la obra vicaria sin paralelo que realizó el Salvador. La grandiosa e importante labor de enseñar el evangelio de Cristo a los pueblos del mundo estaría incompleta, por no decir algo peor, si no se proporcionaran las mismas enseñanzas a los que han pasado a otra esfera, y se pusieran a su alcance esas ordenanzas del Evangelio que se requieren de todo el que quiera seguir avanzando en el camino hacia la vida eterna” (“Regocijaos en esta gran época de construir templos”, Liahona, noviembre de 1985, pág. 43).

El presidente Gordon B. Hinckley, en ese entonces consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “No me gusta referirme a ellos diciendo ‘los muertos’. Creo que gracias al grandioso plan de nuestro Padre Eterno y a la expiación de Jesucristo, ellos viven; aunque hayan muerto en lo que respecta a su cuerpo terrenal, han conservado su identidad individual. Son personas como nosotros y con el mismo derecho a recibir todas las bendiciones pertinentes a la vida eterna” (véase “Regocijaos en esta gran época de construir templos”, Liahona, enero de 1986, pág. 45).

En calidad de Presidente de la Iglesia, el presidente Hinckley dijo: Después de todo lo que se diga o se haga, si el mundo ha de salvarse, será nuestra responsabilidad, y no tenemos escapatoria. Ningún otro pueblo en la historia del mundo ha recibido un mandamiento como el que nosotros hemos recibido. Somos responsables de todos los que hayan vivido sobre la tierra. Eso abarca la historia familiar y la obra en el templo. Somos responsables de todos los que vivan ahora, y ello implica la obra misional. Y seremos responsables de todos los que en el futuro vivan sobre la tierra” (“Church Is Really Doing Well,” Church News, 3 de julio de 1999, pág. 3; citado en Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia, Doctrina del Evangelio: Manual para el maestro, pág. 240).

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

LAS ORDENANZAS POR LOS MUERTOS

¿Qué sucede con las personas que murieron sin haber escuchado el evangelio de Jesucristo ni haber recibido las ordenanzas salvadoras? Nuestro Padre Celestial, como parte de Su plan de salvación, ha preparado la forma de que los muertos disfruten de las bendiciones del Evangelio. 

Mientras el cuerpo de Jesús permanecía en el sepulcro, después de Su crucifixión, Su Espíritu fue al mundo de los espíritus donde predicó el Evangelio a los espíritus de los justos (véase 1 Pedro 3:18–20; 4:6; D. y C. 138:11–19). 


Allí, Él organizó misioneros para que predicaran el Evangelio a los espíritus encarcelados: “…nombró mensajeros de entre los justos, investidos con poder y autoridad, y los comisionó para que fueran y llevaran la luz del evangelio a los que se hallaban en tinieblas, es decir, a todos los espíritus de los hombres; y así se predicó el evangelio a los muertos” (D. y C. 138:30). 


Esa gran obra misional en el mundo de los espíritus continúa en la actualidad (véase D. y C. 138:57). Las personas que se encuentran en el mundo de los espíritus pueden ejercer su fe y aceptar el mensaje del Evangelio, pero les es imposible recibir por sí mismas las ordenanzas del Evangelio, como por ejemplo, el bautismo, la investidura y los sellamientos. 


El Señor nos ha mandado efectuar esas ordenanzas por ellos. El presidente Spencer W. Kimball declaró: “…la obra misional también continúa más allá del velo entre millones e incluso miles de millones de hijos de nuestro Padre Celestial que han muerto, ya sea sin haber escuchado el Evangelio o sin haberlo aceptado mientras moraban en la tierra. 


Nuestra importante participación, en ese aspecto de la obra misional, es efectuar en esta tierra las ordenanzas requeridas en nombre de quienes acepten el Evangelio allá” (véase “¿Y por qué peligramos?”, Liahona, julio de 1977, pág. 1).



Hasta pronto:
"Un Amar Todos los días es un Amar Eterno"... ¡Hoy les amo!




TOCANTE A LA SALVACIÓN Y LA PERFECCIÓN

DyC 128: 15-18

  15 Y ahora, mis muy queridos hermanos y hermanas, permítaseme aseguraros que éstos son principios referentes a los muertos y a los vivos que no se pueden desatender, en lo que atañe a nuestra salvación. Porque su asalvación es necesaria y esencial para la nuestra, como dice Pablo tocante a los padres: que ellos sin nosotros no pueden ser bperfeccionados, ni tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos.


  16 Ahora, en cuanto al bautismo por los muertos, os citaré otro pasaje de Pablo, 1 Corintios, capítulo 15, versículo 29: De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?


  17 Además, en relación con este pasaje, os citaré las palabras de uno de los profetas que tenía fija su vista en la arestauración del sacerdocio, las glorias que se habrían de revelar en los postreros días, y de una manera especial, en este tema, el más glorioso de todos los que pertenecen al evangelio sempiterno, a saber, el bautismo por los muertos; porque dice Malaquías en el último capítulo, versículos cinco y seis: He aquí yo os envío el profeta bElías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.


  18 Pude haber dado una atraducción más clara de esto, pero para mi objeto tiene suficiente claridad tal como está. Basta saber, en este caso, que la tierra será herida con una maldición, a menos que entre los padres y los hijos exista un beslabón conexivo de alguna clase, tocante a algún asunto u otro; y he aquí, ¿cuál es ese asunto? Es el cbautismo por los muertos. Pues sin ellos nosotros no podemos perfeccionarnos, ni ellos pueden perfeccionarse sin nosotros. Ni tampoco podemos nosotros ni ellos perfeccionarnos sin los que han fallecido en el evangelio... 


Hasta pronto:
"Un Amar Todos los días es un Amar Eterno"... ¡Hoy les amo!